Como di, DAD
22 - 25 de marzo 2024 | Ciempozuelos, Madrid
Oración de la noche:
Viernes 22 marzo
¿Porqué me pongo en Camino?
Introducción
La Cuaresma es descubrir en la figura de Jesús de Nazaret un ejemplo de vida de entrega y de servicio. Un camino que va desde el Desierto de las Tentaciones hasta el triunfo de la vida sobre la muerte. Como en cualquier página web a la que te suscribes debes aceptar primero los términos y condiciones y conocer los planes que Dios tiene para ti.
Jesús es el Amigo cercano que se sitúa en nuestro camino y en nuestra realidad concreta, para acompañarnos e iluminarnos como hizo con los discípulos de Emaús cuando iban desanimados y con sus esperanzas frustradas. Todos recorremos con frecuencia el camino de Emaús, desanimados y sin esperanzas.
Es fácil soñar despiertos y esperar realidades ajenas a la vida concreta y real. Es fácil soñar conquistas y éxitos; pero no nos resulta fácil reconocer a Jesús cuando estamos encerrados en nuestro pequeño mundo, en sus esquemas y sueños. Pero Él, Jesús de Nazaret, sigue caminando con nosotros como con los discípulos de Emaús y nos devuelve la esperanza si nos abrimos a su persona. El es el camino, la verdad y la vida.
Ven ahora (Somos Sión)
Ven ahora, Santo Espíritu,
ven y toma tu lugar.
Somos Sión, Tú eres Rey,
ven y úngenos Señor,
ven ahora, ven a mí.
Lectura Evangélica:
Jn 14, 1-12
No os inquietéis. Confiad en Dios y confiad también en mí. En la casa de mi Padre hay lugar para todos; de no ser así, ya os lo habría dicho; ahora voy a prepararos para e se lugar. Una vez que haya ido y os haya preparado el lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que podáis estar donde estoy yo. Vosotros ya sabéis el camino para ir adonde yo voy.
Tomás replicó:
- Pero, Señor, no sabemos adónde vas, ¿Cómo vamos a saber el camino?
Jesús le respondió:
- Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Desde ahora lo conocéis, pues ya lo habéis visto.
Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor.
Gesto
Padre Nuestro
Oración del Joven Hospitalario
Señor de la Hospitalidad,
Tú, que escoges mi pequeñez
para acoger tu grandeza,
Tú que te haces presente
en lo pequeño y en lo sencillo,
y cada día me invitas a seguirte.
Mira nuestro mundo herido
Hay sufrimiento en tantos lugares
y, sobre todo, en tantos corazones.
En tantos pobres y enfermos,
en quien se siente solo o se siente triste,
en quien no tiene libertad
o vive con miedo.
Aquí me tienes, Señor,
Dame entrañas de misericordia
frente toda miseria humana,
para llevar tu Reino
a las periferias del mundo.
Dame tu luz, para saber acoger la fragilidad y la belleza de la vida,
y ayúdame a mirar a mis hermanos
como Tú los miras.
Te lo pedimos
por intercesión de tantos
testigos de la Hospitalidad,
que han hecho posible sembrar el Evangelio en el mundo,
y que han vivido la vida
con pasión y generosidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Enciéndeme
Hakuna
Hoy quiero señor,
ponerlo todo en tu presencia
Darme hasta gastarme contigo y por ti
Hoy quiero, señor,
ponerlo todo ante tu puerta
Para en todo amarte y servir
Enciéndeme y deja arder
donde haga falta
Enciéndeme y déjame ser tu luz
Y así poder llevarte
hasta todas las almas
Saciar la sed que tienes tú,
desde la cruz
Hoy quisiera, madre,
poner todo en tu presencia
Darme hasta gastarme, decirle que si
Hoy te pido madre,
que dejes mi puerta abierta
Para en todo amarle y servir.
Enciéndeme y deja arder
donde haga falta
Enciéndeme y déjame ser tu luz
Y así poder llevarte
hasta todas las almas
Saciar la sed que tienes tú,
desde la cruz.
Enciéndeme y deja arder
donde haga falta
Enciéndeme y déjame ser tu luz
Y así poder llevarte
hasta todas las almas
Saciar la sed que tienes tú,
desde la cruz.
Oración de la mañana:
Sábado 23 marzo
¿Quién es Jesús para mí?
Invocación al
Espíritu Santo
Ven ahora Santo Espíritu,
Ven y toma, tu lugar.
Ven ahora Santo Espíritu,
Ven y toma, tu lugar
Somos Sión, Tú eres Rey,
Ven y úngenos Señor,
Ven ahora, ven a mí.
Ven ahora, ven a mí.
Introducción
La pregunta que se hicieron aquellos primeros cristianos tenemos que hacérnosla nosotros hoy. ¿Quién es Jesús? La prueba de que no es fácil responder, es la falsa alternativa, que se planteó en el siglo pasado, entre el Jesús histórico o el Cristo de la fe. Los discípulos compartieron su vida con el Jesús de Nazaret y aceptaron a aquel ser humano que les proporcionó una paz, una alegría y una seguridad increíbles; pero mientras vivieron con él, no fueron capaces de ir más allá de lo que veían.
Solamente a través de la experiencia pascual se adentraron en el verdadero significado de aquella persona fuera de serie.
Estos días se nos pide a nosotros que sepamos responder a esa pregunta desde nuestra experiencia y nuestro encuentro con ese Jesús muerto y resucitado, que se hace vida en gestos concretos, camina a nuestro ritmo y nos invita a saber descubrirlo en el encuentro personal con Él en la oración y a través de las personas que sufren a nuestro lado.
Hasta la locura
Pablo Martínez
Me puede faltar todo en la vida.
Me puede faltar hasta la vida.
Pero nunca quiero que me falte,
El deseo de amarte, hasta el final
Hasta la locura te amo Señor.
Ya no quedan dudas en mi corazón.
De que te amo,
De que te amo, Señor.
Quiero amarte hasta el extremo,
Sin reservas darme por entero,
Como los que se han enamorado,
Yo te canto mi amado, hasta el final.
Te amo, Te amo, Te amo Señor.
Hasta la locura te amo Señor.
Ya no quedan dudas en mi corazón,
De que te amo,
De que te amo Señor.
Hasta la locura te amo Señor,
Ya no quedan dudas en mi corazón,
De que te amo,
De que te amo Señor.
Salmo para dar la vida
Señor, dame la valentía
de arriesgar la vida por ti,
el gozo desbordante
de gastarme en tu servicio.
Dame, Señor, alas para volar
y pies para caminar
al paso de los hombres.
Entrega, Señor, entrega
para «dar la vida»
desde la vida,
la de cada día.
Infúndenos, Señor,
el deseo de darnos y entregarnos,
de dejar la vida
en el servicio a los débiles.
Señor, haznos constructores de tu vida,
propagadores de tu reino,
ayúdanos a poner la tienda en medio de los hombres
para llevarles el tesoro
de tu amor que salva.
Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu
para ser conducidos
a dar la vida desde la cruz,
desde la vida que brota
cuando el grano muere en el surco.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo...
Lectura Evangélica:
Lucas 9, 18-24
Estando él una vez orando a solas, se le acercaron los discípulos y él los interrogó:—¿Quién dice la multitud que soy yo? Contestaron:—Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha surgido un profeta de los antiguos. Les preguntó:—Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondió Pedro:—Tú eres el Mesías de Dios. Él les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Y añadió:—Este Hombre tiene que padecer mucho, ser rechazado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, tiene que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Y a todos les decía:—Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame. Quien quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí la salvará.
Reflexión
La pregunta de Jesús a sus discípulos se nos dirige a todos y cada uno de nosotros hoy, porque la palabra de Dios es viva siempre, por eso todos y cada uno de los que confesamos a Jesús como Hijo de Dios hemos de transformar nuestra vida desde sus valores y criterios. No vale confesarlo con la boca y contradecir con la vida lo que afirmamos con las palabras.
Por eso, cada uno de nosotros que nos decimos cristianos, es decir, seguidores de Cristo, tenemos que hacernos una y mil veces esta pregunta: ¿quién es Jesús para mí? Para que, si descubrimos que tantas veces, nuestra respuesta es teórica, convirtamos nuestra vida y, con esa conversión de nuestro estilo de vivir, más que con nuestras palabras, estemos demostrándonos a nosotros y a los demás que realmente creemos en que Jesús es el Hijo de Dios.
Jesús, ¿Quién eres Tú?
Llave Dorada
Jesús, ¿quién eres tú?
tan pobre al nacer, que mueres en cruz.
Tú das paz al ladrón,
inquietas al fiel, prodigas perdón.
Tú, siendo creador,
me quieres a mí que soy pecador.
Tú, dueño y Señor,
me pides a mí, salvar la creación.
Jesús, ya se de ti,
algo de tu ser, ¿qué quieres de mí?
mas yo, quiero saber
qué rumbo seguir, qué debo hacer.
Tú, siendo creador,
me quieres a mí que soy pecador.
Tú, dueño y Señor,
me pides a mí, salvar la creación.
Jesús, Jesús, Jesús...
Oración final: Jesús, ¿Quién eres tú?
Jesús, Tú eres…
la palabra a proclamar,
la verdad que debe ser dicha,
la luz que debe ser encendida,
la vida que se debe vivir,
el amor que debe ser amado.
Jesús, Tú eres…
la alegría a compartir,
la paz que se debe dar,
el pan de vida que se debe comer.
Jesús, Tú eres…
el hambriento que debe ser sustentado,
el sediento que debe ser saciado,
el desnudo que debe ser vestido,
el sin casa que hay que acoger,
el solitario a quien se debe amar,
el despreciado que debe ser acogido.
Santa Teresa de Calcuta
Dinámica:
Sábado 23 marzo
Introducción
Al hilo de la pregunta que nos hacíamos esta mañana acerca de ¿Quién es Jesús para mí? Os invito ahora a trabajar algunos capítulos de la exhortación apostólica Christus Vivit, en la que el Papa Francisco nos invita a permanecer unidos a Jesús y con nuestro compromiso construir una Iglesia joven.
Confesar a Jesús como Hijo de Dios vivo no es algo teórico, es algo que compromete, que lleva a cumplir una misión aquí en la tierra, que compromete a vivir según el estilo de vida que vivió Jesús y que Él mostró a sus seguidores. Confesar a Jesús como Hijo de Dios supone saber ponerlo a Él en el primer lugar y sentirlo como lo más importante de la vida.
La senda del tiempo
Celtas Cortos
A veces llega un momento
en que te haces viejo de repente
sin arrugas en la frente
pero con ganas de morir.
Paseando por las calles
todo tiene igual color,
siento que algo echo en falta,
no sé si será el amor.
Me despierto por las noches
entre una gran confusión,
esta gran melancolía
está acabando conmigo.
Siento que me vuelvo loco
y me sumerjo en el rencor,
las estrellas por la noche
han perdido su esplendor.
He buscado en los desiertos
de la tierra del dolor
y no he hallado más respuesta
que espejismos de ilusión.
He hablado con las montañas
de la desesperación
y su respuesta era solo
el eco sordo de mi voz.
A veces llega un momento
en que te haces viejo de repente
sin arrugas en la frente
pero con ganas de morir.
Paseando por las calles
todo tiene igual color,
siento que algo echo en falta,
no sé si será el amor.
Lectura Evangélica:
Mateo 19, 16-22
Luego se le acercó un joven y le dijo: Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para alcanzar vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el bueno. Si quieres entrar en la vida guarda los mandamientos. El joven le preguntó: ¿Cuáles? Jesús le dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no perjurarás, honra a tu padre y a tu madre, y amarás al prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo eso lo he cumplido, ¿qué me queda por hacer? Jesús le contestó: Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después sígueme. Al oírlo, el joven se marchó triste, porque era muy rico.
Algunos números de Christus Vivit que nos interpelan
Mis riquezas
18. En cambio, en el Evangelio de Mateo aparece un joven (cf. Mt 19,20.22) que se acerca a Jesús para pedir más (cf. v. 20), con ese espíritu abierto de los jóvenes, que busca nuevos horizontes y grandes desafíos. En realidad, su espíritu no era tan joven, porque ya se había aferrado a las riquezas y a las comodidades. Él decía de la boca para afuera que quería algo más, pero cuando Jesús le pidió que fuera generoso y repartiera sus bienes, se dio cuenta de que era incapaz de desprenderse de lo que tenía. Finalmente, «al oír estas palabras el joven se retiró entristecido» (v. 22). Había renunciado a su juventud.
19. El Evangelio también nos habla de unas jóvenes prudentes, que estaban preparadas y atentas, mientras otras vivían distraídas y adormecidas (cf. Mt 25,1-13). Porque uno puede pasar su juventud distraído, volando por la superficie de la vida, adormecido, incapaz de cultivar relaciones profundas y de entrar en lo más hondo de la vida. De ese modo prepara un futuro pobre, sin substancia. O uno puede gastar su juventud para cultivar cosas bellas y grandes, y así prepara un futuro lleno de vida y de riqueza interior.
Mis pasiones
131. Invoca cada día al Espíritu Santo, para que renueve constantemente en ti la experiencia del gran anuncio. ¿Por qué no? No te pierdes nada y Él puede cambiar tu vida, puede iluminarla y darle un rumbo mejor. No te mutila, no te quita nada, sino que te ayuda a encontrar lo que necesitas de la mejor manera. ¿Necesitas amor? No lo encontrarás en el desenfreno, usando a los demás, poseyendo a otros o dominándolos. Lo hallarás de una manera que verdaderamente te hará feliz ¿Buscas intensidad? No la vivirás acumulando objetos, gastando dinero, corriendo desesperado detrás de cosas de este mundo. Llegará de una forma mucho más bella y satisfactoria si te dejas impulsar por el Espíritu Santo.
132. ¿Buscas pasión? Como dice ese bello poema: ¡Enamórate! (o déjate enamorar), porque «nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo. Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama en la mañana, qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera». Este amor a Dios que toma con pasión toda la vida es posible gracias al Espíritu Santo, porque «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5).
Mis sueños
142. Hay que perseverar en el camino de los sueños. Para ello hay que estar atentos a una tentación que suele jugarnos una mala pasada: la ansiedad. Puede ser una gran enemiga cuando nos lleva a bajar los brazos porque descubrimos que los resultados no son instantáneos. Los sueños más bellos se conquistan con esperanza, paciencia y empeño, renunciando a las prisas. Al mismo tiempo, no hay que detenerse por inseguridad, no hay que tener miedo de apostar y de cometer errores. Sí hay que tener miedo a vivir paralizados, como muertos en vida, convertidos en seres que no viven porque no quieren arriesgar, porque no perseveran en sus empeños o porque tienen temor a equivocarse. Aún si te equivocas siempre podrás levantar la cabeza y volver a empezar, porque nadie tiene derecho a robarte la esperanza.
143. Jóvenes, no renuncien a lo mejor de su juventud, no observen la vida desde un balcón. No confundan la felicidad con un diván ni vivan toda su vida detrás de una pantalla. Tampoco se conviertan en el triste espectáculo de un vehículo abandonado. No sean autos estacionados, mejor dejen brotar los sueños y tomen decisiones. Arriesguen, aunque se equivoquen. No sobrevivan con el alma anestesiada ni miren el mundo como si fueran turistas. ¡Hagan lío! Echen fuera los miedos que los paralizan, para que no se conviertan en jóvenes momificados. ¡Vivan! ¡Entréguense a lo mejor de la vida! ¡Abran la puerta de la jaula y salgan a volar! Por favor, no se jubilen antes de tiempo.
Mis amistades
150. Por más que vivas y experimentes no llegarás al fondo de la juventud, no conocerás la verdadera plenitud de ser joven, si no encuentras cada día al gran amigo, si no vives en amistad con Jesús.
151. La amistad es un regalo de la vida y un don de Dios. A través de los amigos el Señor nos va puliendo y nos va madurando. Al mismo tiempo, los amigos fieles, que están a nuestro lado en los momentos duros, son un reflejo del cariño del Señor, de su consuelo y de su presencia amable. Tener amigos nos enseña a abrirnos, a comprender, a cuidar a otros, a salir de nuestra comodidad y del aislamiento, a compartir la vida. Por eso «un amigo fiel no tiene precio» (Si 6,15).
154. La amistad con Jesús es inquebrantable. Él nunca se va, aunque a veces parece que hace silencio. Cuando lo necesitamos se deja encontrar por nosotros (cf. Jr 29,14) y está a nuestro lado por donde vayamos (cf. Jos 1,9). Porque Él jamás rompe una alianza. A nosotros nos pide que no lo abandonemos: «Permanezcan unidos a mí» (Jn 15,4). Pero si nos alejamos, «Él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo» (2 Tm 2,13).
155. Con el amigo hablamos, compartimos las cosas más secretas. Con Jesús también conversamos. La oración es un desafío y una aventura. ¡Y qué aventura! Permite que lo conozcamos cada vez mejor, entremos en su espesura y crezcamos en una unión siempre más fuerte. La oración nos permite contarle todo lo que nos pasa y quedarnos confiados en sus brazos, y al mismo tiempo nos regala instantes de preciosa intimidad y afecto, donde Jesús derrama en nosotros su propia vida. Rezando «le abrimos la jugada» a Él, le damos lugar «para que Él pueda actuar y pueda entrar y pueda vencer».
Ser santos
162. Pero te recuerdo que no serás santo y pleno copiando a otros. Ni siquiera imitar a los santos significa copiar su forma de ser y de vivir la santidad: «Hay testimonios que son útiles para estimularnos y motivarnos, pero no para que tratemos de copiarlos, porque eso hasta podría alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para nosotros». Tú tienes que descubrir quién eres y desarrollar tu forma propia de ser santo, más allá de lo que digan y opinen los demás. Llegar a ser santo es llegar a ser más plenamente tú mismo, a ser ese que Dios quiso soñar y crear, no una fotocopia.
Tu vida debe ser un estímulo profético, que impulse a otros, que deje una marca en este mundo, esa marca única que sólo tú podrás dejar. En cambio, si copias, privarás a esta tierra, y también al cielo, de eso que nadie más que tú podrá ofrecer. Recuerdo que san Juan de la Cruz, en su Cántico Espiritual, escribía que cada uno tenía que aprovechar sus consejos espirituales «según su modo», porque el mismo Dios ha querido manifestar su gracia «a unos en una manera y a otros en otra»
Mis tentaciones
165. Las heridas recibidas pueden llevarte a la tentación del aislamiento, a replegarte sobre ti mismo, a acumular rencores, pero nunca dejes de escuchar el llamado de Dios al perdón. Como bien enseñaron los Obispos de Ruanda, «la reconciliación con el otro pide ante todo descubrir en él el esplendor de la imagen de Dios […]. En esta óptica, es vital distinguir al pecador de su pecado y de su ofensa, para llegar a la verdadera reconciliación. Esto significa que odies el mal que el otro te inflige, pero que continúes amándolo porque reconoces su debilidad y ves la imagen de Dios en él».
166. A veces toda la energía, los sueños y el entusiasmo de la juventud se debilitan por la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, en nuestros problemas, sentimientos heridos, lamentos y comodidades. No dejes que eso te ocurra, porque te volverás viejo por dentro, y antes de tiempo. Cada edad tiene su hermosura, y a la juventud no pueden faltarle la utopía comunitaria, la capacidad de soñar unidos, los grandes horizontes que miramos juntos.
Mis compromisos
174. Quiero alentarte a vivir desde el compromiso, porque sé que «tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor. Sigo las noticias del mundo y veo que tantos jóvenes, en muchas partes del mundo, han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. Los jóvenes en la calle. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes son los que tienen el futuro. Por ustedes entra el futuro en el mundo. A ustedes les pido que también sean protagonistas de este cambio. Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida, métanse en ella. Jesús no se quedó en el balcón, se metió; no balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús». Pero, sobre todo, de una manera o de otra, sean luchadores por el bien común, sean servidores de los pobres, sean protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio, capaces de resistir las patologías del individualismo consumista y superficial.
177. «¿Adónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos. El Evangelio no es para algunos sino para todos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor». Y nos invita a ir sin miedo con el anuncio misionero, allí donde nos encontremos y con quien estemos, en el barrio, en el estudio, en el deporte, en las salidas con los amigos, en el voluntariado o en el trabajo, siempre es bueno y oportuno compartir la alegría del Evangelio. Así es como el Señor se va acercando a todos. Y a ustedes, jóvenes, los quiere como sus instrumentos para derramar luz y esperanza, porque quiere contar con vuestra valentía, frescura y entusiasmo.
Trabajo en grupos
Reflexionamos personalmente y compartimos en grupo:
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Oración final
Oh, Dios, mi corazón joven te busca, fascinado y apasionado,
porque sólo en ti hay respuesta a lo largo del camino;
te busco, después de dejar atrás cosas vacías que encontré y que ahora,
son para mí nada, ante ti, que eres mi Tesoro escondido.
Tengo sed de ti, de tu pan y de tu palabra de vida; tengo sed de ti,
de la verdad de tu Evangelio; tengo sed de ti, de comunión con tu Iglesia;
tengo sed de ti, de la fuerza de tu Espíritu.
Te busco, y sé que estás vivo, presente entre nosotros, que, en tu nombre,
Señor Jesús, nos hemos reunido.
Amén.
Oración de la noche:
Sábado 23 marzo
¨Yo soy el Mesías, el Hijo de Dios¨
YO SOY EL MESÍAS, EL HIJO DE DIOS
Enciéndeme
Hakuna
Hoy quiero señor,
ponerlo todo en tu presencia
Darme hasta gastarme contigo y por ti
Hoy quiero, señor,
ponerlo todo ante tu puerta
Para en todo amarte y servir
Enciéndeme y deja arder donde haga falta
Enciéndeme y déjame ser tu luz
Y así poder llevarte hasta todas las almas
Saciar la sed que tienes tú, desde la cruz
Hoy quisiera, madre
poner todo en tu presencia
Darme hasta gastarme, decirle que si
Hoy te pido madre,
que dejes mi puerta abierta
Para en todo amarle y servir
Enciéndeme y déjame arder donde haga falta
Enciéndeme y déjame ser tu luz
Y así poder llevarte hasta todas las almas
Saciar la sed que tienes tu, desde la cruz
Introducción
A lo largo de este día hemos ido reflexionando entorno a la figura de Jesús, que hoy nos pregunta personalmente y tú ¿quién dices que soy? Posteriormente hemos buceado en la Christus Vivit, para poder profundizar en esa invitación que nos hace el Papa Francisco a que vivamos nuestra juventud desde el compromiso, sintiendo a Jesús como el amigo que camina a nuestro lado y a vivir como miembros de esa Iglesia joven que quiere seguir haciendo camino construyendo futuro. En esta noche Jesús se manifiesta a cada uno de nosotros y nos dice: “yo soy el Mesías, el Hijo de Dios”, el amigo fiel que nos quiere tal y como somos.
Salmo: Para mí la vida es Cristo
Jesús mío: ayúdame a esparcir tu fragancia
donde quiera que vaya;
inunda mi alma con tu espíritu y tu vida;
penetra todo mi ser y toma de él posesión
de tal manera que mi vida no sea en adelante
sino una irradiación de la tuya.
Quédate en mi corazón en una unión tan íntima
que las almas que tengan contacto con la mía
puedan sentir en mí tu presencia;
y que al mirarme olviden que yo existo
y no piensen sino en Ti.
Quédate conmigo.
Así podré convertirme en luz para los otros.
Esa luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti;
ni uno solo de sus rayos será mío.
Te serviré apenas de instrumento para que Tú ilumines a las almas a través de mí.
Déjame alabarte en la forma que te es más agradable:
llevando mi lámpara encendida
para disipar las sombras
en el camino de otras almas.
Déjame predicar tu nombre sin palabras…
Con mi ejemplo, con mi fuerza de atracción
con la sobrenatural influencia de mis obras,
con la fuerza evidente del amor
que mi corazón siente por Ti.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu…
Lectura Evangélica:
Mt 16, 13.15-18.20
Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe, preguntó a los discípulos: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le dijo: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado nadie de carne y sangre, sino mi Padre del cielo! Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta Piedra construiré mi Iglesia, y el imperio de la muerte no la vencerá. Entonces les ordenó que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Tiempo de adoración y de compartir
Huracán
Hakuna
«Me he hecho tantas preguntas
Intentando entender
Me he lanzado a buscarte
Sin saberte ver
Me he asomado al abismo
Me he atrevido a saltar y caer
Y un huracán
Romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote: «¿dónde estás cuando me haces falta?»
Y me han dado respuestas
Pero no sé qué hacer
He prometido seguirte
Sin entender
Y hay un eco en lo hondo
Que me empuja hacia ti
Y aunque sea sin sentirte
Te buscaré
Y un huracán
Romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote: «¿dónde estás cuando me haces falta?»
Y un huracán
Romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote: «¿dónde estás cuando me haces falta?»
Estoy aquí, en el silencio
Estoy aquí, en este viento
Estoy aquí, soy este trozo de pan
Estoy aquí, en tu lamento
Estoy aquí, en este eco
Estoy aquí, soy este trozo de pan
Y un huracán
Romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote: «¿dónde estás cuando me haces falta?»
Y un huracán
Romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote: «¿dónde estás cuando me haces falta?»
Y un huracán
Estoy aquí
Romperá el cielo desde mi garganta
estoy aquí
gritándote
estoy aquí
«¿dónde estás cuando me haces falta?»
Soy este trozo de pan
y un huracán
Estoy aquí
Romperá el cielo desde mi garganta
estoy aquí
gritándote
Estoy aquí
«¿dónde estás cuando me haces falta?»
Soy este trozo de pan
Y tu huracán
Romperá el cielo desde mi garganta
Gritándome cuánto me haces falta
Reflexión
Jesús, hoy me acerco a Ti creyendo plenamente en tu palabra, reconociendo mi debilidad y mi pequeñez, mis pecados y mis caídas y te pido que me perdones por tantos abandonos cotidianos! ¡Reconozco, Jesús, que eres mi Señor y mi Salvador, que eres quien renueva mi alma y mi espíritu, que me acompaña y me salva! ¡Creo firmemente que moriste por mí en la Cruz y derramaste tu sangre para limpiar todos mis pecados! ¡Reconozco, Jesús, que queriendo que seas todo para mí te abandono con frecuencia! ¡Por eso te pido Señor, que por medio del Espíritu Santo me renueves, me limpies, elimines el veneno que pueda haber en mi interior, los egos y la soberbia, que purifiques mi corazón y mi alma y que rompas toda cadena que me ate a lo negativo de la vida!
¡Eres mi Señor al único a quien puedo entregarle la libertad que Tú mismo me has otorgado! ¡Eres el Señor al que todo debo! ¡Eres el Hijo de Dios y soy consciente de que no puedo llegar a Dios si no es a través tuyo por eso quiero que mi relación contigo sea de amor! ¡Eres Señor la Palabra viva para ser pronunciada siempre, la Verdad auténtica para ser defendida con ahínco, el camino para ser recorrido con esperanza, el Pan de vida para alimentarse interiormente, la alegría para llevarla al mundo, la luz que ilumina todos los pasos y la esperanza para acogerse a ella! ¡Gracias, Jesús, amigo, en ti pongo mi esperanza!
En mi Getsemaní
Eduardo Meana
Para que mi amor no sea un sentimiento
tan sólo de deslumbramiento pasajero;
para no gastar mis palabras más mías
ni vaciar de contenido mi "te quiero".
Quiero hundir más hondo mis raíces en ti
y cimentar en solidez éste, mi afecto;
pues mi corazón, que es inquieto y es frágil,
sólo acierta, si se abraza a tu proyecto.
Más allá de mis miedos,
más allá de mi inseguridad,
quiero darte mi respuesta:
aquí estoy, para hacer tu voluntad,
para que mi amor sea decirte sí, hasta el final.
Duermen su sopor y temen en el huerto:
ni sus amigos acompañan al Maestro.
Si es hora de cruz, es de fidelidades;
pero el mundo nunca quiere aceptar esto.
Dame comprender, Señor, tu amor tan puro:
amor que persevera en cruz, amor perfecto.
Dame serte fiel cuando todo es oscuro,
para que mi amor sea más que un sentimiento.
Más allá de mis miedos,
más allá de mi inseguridad,
quiero darte mi respuesta:
aquí estoy, para hacer tu voluntad,
para que mi amor sea decirte sí, hasta el final.
Padre Nuestro
Oración final
Jesús, tú eres el Mesías,
no te acomodes a los títulos que te hemos puesto,
no seas profeta que bendice guerras donde mueren mujeres,
niños, niñas, ancianos y jóvenes inocentes.
Jesús, tú eres el Mesías,
Sabemos que no te encuentras encerrado en ostentosas edificaciones,
Sino que tu lugar es con los oprimidos y oprimidas, sentimos que hoy nos interpelas y nos preguntas: ¿Quién dices que soy?
Jesús, tú eres el Mesías,
sigue construyendo tu reino a tu propio estilo,
organizando a tu pueblo, incluyendo a las mujeres, jóvenes, niños;
continúa sanando, liberando a los cautivos y cautivas,
dando vista a los ciegos, anunciando el año agradable del Señor.
Jesús, tú eres el Mesías,
convídanos a pasar contigo la experiencia de la cruz, muévenos al compromiso por la lucha de un cielo nuevo y una tierra nueva, haznos caminar juntos y juntas como colaboradores y colaboradoras de tu misión. Amén
Oración de la mañana:
Domingo 24 marzo
¨El Reino de Jesús¨
El reino de Jesús
Ven ahora, ven ahora
Santo Espíritu, Santo Espíritu
Ven y toma, ven y toma
tu lugar, tu lugar
Somos Sión, tú eres Rey,
Ven y úngenos, Señor
Ven ahora,
Ven a mí
Introducción
¿Qué celebramos el Domingo de Ramos?
El Domingo de Ramos celebramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Ese día marcó el comienzo de su última semana sobre la tierra. En ese domingo especial recordamos que Jesús estuvo dispuesto a ir a Jerusalén, aun cuando sabía que allí sufriría hasta la muerte. ¿Por qué lo hizo? Por amor a cada uno de nosotros, «para dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:17-28).
Entramos en la gran Semana Santa. El misterio de la misericordia entrañable del Padre, los gestos de ternura y de salvación del Hijo y la presencia desbordante de Espíritu iluminan mi vida y cada una de nuestras vidas cotidianas y los dolores y gozos de la humanidad.
En esta mañana nos podemos preguntar también nosotros si deseamos que Jesús pueda entrar triunfalmente en nuestros corazones, si lo dejamos entrar en nuestras vidas?
Salmo: Pobre Dios
Antífona: El amor no dice basta. Amor y más amor, que nunca dice basta.
Ojalá, Señor, te llegue mi voz.
Aquí estoy.
Sin grandes palabras que decir.
Sin grandes obras que ofrecer.
Sin grandes gestos que hacer.
Solo aquí. Solo. Contigo.
Recibiré aquello que quieras darme:
luz o sombra. Canto o silencio.
Esperanza o frío. Suerte o adversidad.
Alegría o zozobra. Calma o tormenta.
Y lo recibiré sereno,
con un corazón sosegado,
porque sé que tú, mi Dios,
también eres un Dios pobre.
Un Dios a veces solo.
Un Dios que no exige, sino que invita.
Que no fuerza, sino que espera.
Que no obliga, sino que ama.
Y lo mismo haré en mi mundo,
con mis gentes, con mi vida:
aceptar lo que venga como un regalo.
Eliminar de mi diccionario la exigencia.
Subrayar el verbo 'dar'.
Preguntar a menudo: «¿Qué necesitas?»
«¿Qué puedo hacer por ti?»,
y decir pocas veces «quiero» o «dame».
Y así sigo, Dios: Aquí,
sin más, en soledad.
En silencio.
Contigo, mi Dios pobre.
Antífona: El amor no dice basta. Amor y más amor, que nunca dice basta.
Lectura Evangélica:
Mt. 21, 5-11
Decid a la hija de Sión:
«Mira, tu Rey viene hacia ti
con mansedumbre, sentado sobre un asno, sobre un borrico, hijo de animal de carga».
Los discípulos marcharon e hicieron como Jesús les había ordenado. Trajeron el asno y el borrico, pusieron sobre ellos los mantos y él se montó encima. Una gran multitud extendió sus propios mantos por el camino; otros cortaban ramas de árboles y las echaban por el camino. Las multitudes que iban delante de él y las que seguían detrás gritaban diciendo:
—¡Hosanna al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Hosanna en las alturas!
Al entrar en Jerusalén, se conmovió toda la ciudad y se preguntaban:
—¿Quién es éste?
Éste es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea —decía la multitud.
Reflexión
Cuando Jesús montado en un burrito avanzaba dirigiéndose a Jerusalén, la gente salía a su paso y alfombraban el camino con sus mantos y sus discípulos llenos de gozo cantaban alabanzas al señor.
Jesús y sus discípulos no estaban solos en el camino de entrada a Jerusalén. Ellos se encontraban entre una multitud de personas que venía a celebrar la Pascua allí. La multitud vio a Jesús sentado sobre el pollino y sobre los mantos de los discípulos. Muchos colocaron sus mantos y ramas de los árboles sobre el camino para que Jesús pasara.
Jesús con el gesto de entrar en un pollino, nos está mostrado un reino de sencillez de humildad de cercanía de caminar junto al pueblo..
Este Centro que nos acoge, nos remonta a la entrada de nuestros Fundadores, guiados e impulsados por el Espíritu del Buen Samaritano, para entregarse en favor de las personas que en aquella época sufrían, enfermedad, marginación social, soledad e indiferencia. En sus rostros reconocieron al Cristo sufriente y hoy el don del Carisma sigue vivo y actual para todos los que formamos parte de esta gran familia Hospitalaria
Hoy Jesús sigue Reinando en la sencillez en la pobreza, en la fragilidad, en la enfermedad, en la soledad. Y en tantos gestos de vida y esperanza. Queremos tener nuestros sentidos despiertos hoy para reconocer su paso en nuestras vidas.
Puede ayudarnos el hacernos algunas preguntas:
A quien dejamos entrar en nuestra vida hoy? A los valores que nos ofrece nuestro mundo, el tener, el poder, la adoración a los ídolos?.. o, ponemos nuestra mirada en lo humilde, en lo que no cuenta, en el otro, que nos da la oportunidad de sacar lo mejor de nosotros mismos?
Qué necesito yo hoy preparar en mi, para que Jesús, pase, para que Jesús entre y Reine en mi corazón, en mi vida?
Peticiones espontáneas
Padre Nuestro
Oración final
Señor,
haz de mi corazón Tu nueva
y eterna Jerusalén.
Entra en mi interior con Tu gloria
y majestad.
Conduce Tus pasos
al templo de mi corazón,
y allí, derriba toda mentira,
vanidad y egoísmo,
toda soberbia, arrogancia y miseria
que me separan de la verdadera esencia
que habita en mí.
Torna sagrado este templo,
por Tu Presencia,
por Tu Verbo y por Tu Corazón.
Que Tus Palabras
encuentren eco en mi interior
y, por los siglos de los siglos,
resuenen en mi consciencia
y se tornen Vida en mi vida.
Oración de la noche:
Domingo 24 marzo
¨El Reino de Jesús¨
Introducción
Gracias al Señor por este día de hospitalidad que hemos vivido juntos como signo del Reino que ya está en medio de nosotros. Esto nos lleva a aclamar al Señor como lo hizo el pueblo en la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén que hemos celebrado hoy y que nos pone en camino por el tiempo fuerte de la semana Santa hacia Pascua.
Queremos cantar al amor
Queremos cantar al amor
Queremos cantar a la vida
Queremos gritar
Que el amor es verdad,
Que se da en la vida (bis).
Servir y amar a Dios, es vida de mi vida.
Servir y amar a Dios, la fuerza de mi vida.
Sufrir ya no es sufrir, si sufro con mi hermano,
Es gozo compartir, con el necesitado.
Lectura Bíblica:
Rm 12,1;9-13
Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
Carta san Benito Menni
Amad la humildad y tened paciencia las unas con las otras y sed muy caritativas con las pobres enfermas, no contrariándolas por cosas de nada, ni castigándolas porque no quieren comer o cosa por estilo. Veréis que más vale la caridad que el rigor. (C. 341)
Salmo de la misericordia
Antífona: La misericordia del Señor cada día cantaré (bis)
Señor Jesús, gracias por haberme llamado
A cuidar de mis hermanas enfermos:
Tu les has puesto en mi camino,
Como signo de tu presencia y de tu misión en el mundo,
Y has querido hacerles tus preferidos
Hasta el punto de identificarte con ellos
Tú, Señor, llamaste benditos de tu Padre
a quienes se acercan al enfermo para llevarlo
el consuelo de su visita y, sobre todo, de su dedicación.
tú has prometido a quienes cuidan
a estos tus hermanos menores
tomar posesión del Reino
que está preparado para ellos desde toda la eternidad.
Dame, Señor, esas manos tuyas
Hechas para curar, para acariciar, para servir,
y ese corazón tuyo para amar con predilección
a quienes viven clavados en la cruz del dolor y del sufrimiento
que aprende a arrodillarme,
con el respeto y la ternura del Buen Samaritano que eres Tú,
a la vera del camino,
donde un hermano herido necesita y espera de mis cuidados:
Tú que eres el médico y la medicina de Dios
y has querido hacerme colaborador tuyo
en esta misión de servicio,
dame la gracia de responder plenamente a tu llamada
y haz que mi vida sea, hoy, mañana y siempre, cauce vive de tu misericordia.
Antífona: La misericordia del Señor cada día cantaré (bis)
Oración compartida
Estáis invitados a expresar con una palabra la vivencia del día de hoy.
Antífona: La misericordia del Señor cada día cantaré (bis)
Silencio
Con toda nuestra alma, corazón y cuerpo, vamos a invocar la misericordia de Dios Padre pidiendo que el Señor acoja nuestras pobrezas, fragilidades. Y lo expresaremos mediante el canto “Misericordia” en portugués y la danza cristiana.
Padre Nuestro
Pedimos a María nuestra Madre que nos acompañe en nuestro camino de vida, especialmente a quienes hoy o mañana os pondréis en camino de vuelta a vuestros hogares.
Canción
Mientras recorres la vida,
tú nunca solo estás;
contigo por el camino,
Santa María va.
Ven con nosotros a caminar,
Santa María, ven (x2)
Si por el mundo los hombres
sin conocerse van,
no niegues nunca tu mano
al que contigo está.
Oración final
Dios misericordioso, al entrar en la Semana Santa, vuelve a dirigir nuestros corazones a Jerusalén y a la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Suscita en nosotros el don de la fe para que no sólo lo alabemos con nuestros labios, sino que lo sigamos en el camino de la cruz.
Oración de la mañana:
Lunes 25 marzo
Camino hacia la Pascua
Introducción
El Mesías se convierte en "Hijo de hombre", el modelo de hombre, el ser humano que vive su plenitud. No es el triunfador, el poderoso, el que está por encima de los demás, sino el que aguanta, el que sufre, el que tiene que padecer las iras y rencores de los suyos, el humillado y despreciado, precisamente por no renunciar a ser "humano". Y todo esto hasta el extremo, hasta perder la vida por mantener esa actitud. El que quiera adherirse al Mesías, no tiene más remedio que emprender el mismo camino. Exige el negarse a sí mismo.
Como el Padre me amó
Como el Padre me amó yo os he amado.
Permaneced en mi amor,
permaneced en mi amor. (bis)
Si guardias mis palabras y como hermanos os amáis
compartiréis con alegría el don de la fraternidad.
Si os ponéis en camino sirviendo siempre la verdad
fruto daréis en abundancia. Mi amor se manifestará.
No veréis amor tan grande como aquel que os mostré.
Yo doy la vida por vosotros; Amad como yo os amé.
Si hacéis lo que os mando y os queréis de corazón,
compartiréis mi pleno gozo, de amar, como Él me amó.
Salmo: Despiértame
Antes de que cante el gallo
te fallaré mil veces,
y acaso sin saberlo.
Confundiré seguir con soñar,
y así, en fantasías sin sentido,
olvidaré la dirección que me señalas.
Me distraeré en peleas sin causa,
defendiendo trincheras
que a nadie importa tomar.
Perderé el tiempo
en laberintos absurdos,
mientras tú esperas fuera.
Me dormiré, distraído por canciones,
mientras tu voz, clamando en mil gargantas,
no consigue abrirse paso
hasta mi ruido controlado.
Buscaré atajos
para evitar la dureza.
Tal vez te niegue.
Pero tú sabes
que no es rechazo,
es solo miedo.
Miedo a perder.
Miedo a sufrir.
Miedo a arriesgar.
Miedo a vivir.
Despiértame,
y que al abrir los ojos,
tu gesto me muestre el camino.
José María R. Olaizola, sj
Lectura Evangélica:
Mt 10, 37-42
Quien ame a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; quien ame a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí. Quien no tome su cruz para seguirme no es digno de mí. Quien se aferre a la vida la perderá, quien la pierda por mí la conservará. Quien os recibe a vosotros a mí me recibe; quien me recibe a mí recibe al que me envió. Quien recibe a un profeta por su condición de profeta tendrá paga de profeta; quien recibe a un justo por su condición de justo tendrá paga de justo. Quien dé a beber un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por su condición de discípulo, os aseguro que no quedará sin recompensa.
Reflexión
La frase de Jesús "el que quiera salvar su vida la perderá"; no es una exageración, sino una verdad básica. Hacer que todo gire en torno a nuestro falso "yo", es potenciar en nosotros aquello que tiene un valor relativo. No podemos dejar de ser egoístas si no superamos el apego a un "ego". En la medida en que ponga como objetivo último salvar mi vida, seré egoísta y por lo tanto me deshago como persona. En la medida en que sea capaz de desprenderme de todo apego, incluido el apego a la vida, a favor de los demás, estaré amando de verdad, y por lo tanto creciendo como ser humano. Mi Vida con mayúscula se potenciará, y la vida con minúscula, cobra entonces su auténtico sentido.
Al morir Jesús, se preguntaron si con la muerte de su líder se había acabado todo. Solo entonces empezaron a trascender la figura aparente de Jesús y descubrieron lo que se escondía detrás de aquella realidad visible. Fueron dándose cuenta de que allí había algo más que un simple ser humano. Entonces fueron conscientes de que el verdadero UNGIDO ya se encontraba en el Jesús de Nazaret. Este Mesías, descubierto en pascua, no coincide con el que esperaban los judíos y los propios discípulos, antes de esa experiencia. Ahora se trata de Jesús el Cristo, Jesucristo, genial integración del Jesús histórico y el Cristo de la fe.
Camino de la cruz
María José Bravo
Silencioso pasas cargando tu cruz
Tu cruz que no es tuya sino mía
Descalzo sobre el polvo de tu querida tierra
Que hoy te condena por amar a cualquiera
Pasas entre la gente sin reprocharles nada
Y miras silencioso que el camino se alarga
Con los hombros hinchados por llevar el madero
Un madero cargado de pecados del pueblo
Aquel sacrificio en que culmina tu vida
De 33 cortos años, largamente sufrida
33 años de vida hondo predicador
De tan noble evangelio y tan noble misión
Para estos palos naciste
Pa' salvar hombres como yo
Débiles peregrinos que no entonan canción
Tú te mueres tantas veces
En mi calle y mi nación
Y loco de amor mueres de forma atroz
Tú no tenías cruz buscaste las mías
Y por mucho que caigas sin embargo caminas
Seguiré tus pasos amigo Jesús
Al final mi locura, locura de cruz
Gracias, Señor, gracias
Por cargar con tu cruz
Tu cruz que no es tuya
Sino mía
Espacio de petición y acción de gracias
Oración
Enséñame cómo se va a ese país
que está más allá de toda palabra
y de todo nombre.
Enséñame a orar a este lado de la frontera,
aquí donde se encuentran estos bosques.
Necesito que tú me guíes.
Necesito que tú muevas mi corazón.
Necesito que mi alma se purifique por medio de tu oración.
Necesito que robustezcas mi voluntad.
Necesito que salves y transformes el mundo.
Te necesito a ti para todos cuantos sufren,
para todos cuantos padecen prisión,
peligro o tribulación.
Te necesito para todos cuantos han enloquecido.
Necesito que tus manos sanadoras
no dejen de actuar en mi vida.
Necesito que hagas de mí,
como hiciste de tu Hijo,
un sanador, un consolador, un salvador.
Necesito que des nombre a los muertos.
Necesito que ayudes a los moribundos a cruzar el río.
Te necesito para mí, tanto si vivo como si muero.
Es preciso. Amén.